domingo, 30 de septiembre de 2012

Fragmento de la carta de Epicuro a Meneceo


Fragmento de la carta de Epicuro a Meneceo

Leí estas letras hace unos años ya, pero hoy las vuelvo a recordar y me voy a ahorrar los comentarios sobre la misma. Todo lo que pienso sobre ella está en mi mente y supongo que cada persona la entiende a su manera.

“[...] Por tanto hay que estudiar los medios de alcanzar la felicidad, porque, cuando la tenemos, lo tenemos todo, y cuando no la tenemos lo hacemos todo para conseguirla.
(Muchos creen que) [...] los dioses causan a los malvados los mayores males y a los buenos los más grandes bienes. La multitud, acostumbrada a sus propias virtudes, sólo acepta a los dioses conforme con esta virtud y encuentra extraño todo lo que es distinto a ella.


[...] acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que el bien y el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de sensación. Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para nosotros, permite gozar de esta vida mortal evitándonos añadirle la idea de una duración eterna y quitándonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida no hay nada temible para el que ha comprendido que no hay nada temible en el hecho de no vivir. Es necio quien dice que teme a la muerte, no porque es temible una vez llegada, sino porque es temible esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño en su presencia, es necio entristecerse por esperarla. Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son. La mayoría de los hombres, unas veces teme la muerte como el peor de los males, y otras veces la desea como el término de los males de la vida.


[...]Igual que no es la abundancia de los alimentos, sino su calidad lo que nos place, tampoco es la duración de la vida la que nos agrada, sino que sea grata.


[...] Así pues, conviene recordar que el futuro ni está enteramente en nuestras manos, ni completamente fuera de nuestro alcance, de suerte que no debemos ni esperarlo como si tuviese que llegar con seguridad, ni desesperar como si no tuviese que llegar con certeza.


[...]Ya que buscamos el placer solamente cuando su ausencia nos causa un sufrimiento. Cuando no sufrimos no tenemos ya necesidad del placer.
Por ello decimos que el placer es el principio y el fin de la vida feliz. Lo hemos reconocido como el primero de los bienes y conforme a nuestra naturaleza, él es que nos hace preferir o rechazar cosas, [...]. Y puesto que el placer es el primer bien natural, se sigue de ello que no buscamos cualquier placer, sino que en ciertos casos despreciamos ciertos placeres cuando tienen como consecuencia un dolor mayor. Por otra parte, hay muchos sufrimientos que consideramos preferibles a los placeres, cuando nos producen un placer mayor luego de haberlos soportado durante largo tiempo. Por consiguiente, todo placer, por su misma naturaleza, es un bien, pero todo placer no es deseable. Igualmente, todo dolor es un mal, pero no debemos huir necesariamente de todo dolor. Y por tanto, todas las cosas deben ser apreciadas por una prudente consideración de las ventajas y molestias que proporcionan. En efecto, en algunos casos tratamos el bien como un mal, y en otros el mal como un bien.


[...]. Los alimentos más sencillos producen tanto placer como la mesa más suntuosa, cuando está ausente el sufrimiento que causa la necesidad; y el pan y el agua proporcionan más vivo placer cuando se toman después de una larga privación. El habituarse a una vida sencilla y modesta es pues un buen modo de cuidar la salud y además hace al hombre animoso para realizar las tareas que debe desempeñar diariamente en la vida.


[...] Considera que vale más mala suerte razonando bien, que buena suerte razonando mal.”

domingo, 9 de septiembre de 2012

Tu cuerpo


Tu cuerpo
            Tú crees que no me gusta tu cuerpo. ¿Es que no recuerdas que tardé sólo uno segundo en rociarte con mi semen la primera vez que hicimos el amor?, ¿no recuerdas sentir mi sexo totalmente erecto cuando no besábamos? Debes recordar que eres una mujer y que me atraes. Me gusta tu pelo, tus nalgas, tus muslos, tus senos, tu forma de usar la boca, tu estrechez; me gustan muchas cosas de ti.

          También crees que soy un recatado sexual. Pues te informo que no es así, que yo soy una persona que lee mucho sobre sexualidad y que me considero ser una persona muy liberal sexualmente. Tú no conoces esa parte de mí porque no has querido que te la muestre. ¿Acaso crees que nunca me he masturbado pensando en ti, en aquel día? Claro que lo he hecho y no sé cómo lo veas, pero me encanta hacerlo. Para que no dejes de saberlo, también tengo fantasías sexuales contigo.

           No sabes que tanto me excitas. No sabes qué tanto te deseo; no te lo he demostrado. Te deseo tanto como ese perro deseaba la carne. Pero tú no eres un pedazo de carne. Eres una joven que complementa los atractivos físicos de una mujer con la inteligencia, la estabilidad, la paciencia y la singularidad. No sólo puedo quererte, tienes que gustarme, que excitarme; pero tampoco puedo solamente desearte, también tengo que amarte.

           ¿Sabes que tanto me gustó la forma en que me hiciste el amor aquel día? No sé cómo lo juzgues porque en aquel tiempo yo andaba loco de amor por ti, pero desde mi punto de vista crítico, ese encuentro fue y sigue siendo en mejor encuentro sexual de mi vida. Allí conocí un sinnúmero de sensaciones y placeres nuevos que mi cuerpo jamás había experimentado. Me encantó sentir la fricción de tus paredes, el roce de tu lengua, saborear el jugoso néctar que fluía desde tus entrañas –ahora mismo recuerdo su sabor –, me encantó sentir tus manos apretando mi sexo, me encantó verte como una reina cabalgando sobre mi; me encantó tenerte.

           Es posible que pienses que soy un PERRO, que de las mujeres sólo busco sexo y mi propia satisfacción, que soy inestable al extremo, que soy feo, que soy pobre, que soy orgulloso, entre otras cosas. Pero, a pesar de todo eso yo siempre te voy a querer, de eso estoy seguro. Debes haberlo notado porque cuando me pediste que lo prometiera no dudé ni un segundo en hacerlo.

           Ese jueves, mientras conversábamos, me dijiste que esa conversación no nos guiaría a ningún acuerdo. Pero, por alguna razón he entendido tu propuesta. Yo puedo construir mi destino, pero creo que sale más caro que dejar que la suerte y el azar tejan el nuestro. Al salir de allí contigo nada estaba claro en mi cabeza, pero de alguna manera convenciste a este terco aquel día; demos paso a la espontaneidad.

            Pondré toda la esperanza en que volveré a recorrer tus entrañas, pensaré que pronto volveré a sentir tu calor, tus besos; pensaré que tendré momentos felices contigo. Una amiga mía dice que nadie vive feliz, que la gente tiene momentos felices y eso es lo que quiero contigo; que vivamos momentos felices. Quiero que cuando nuestros cuerpos ya no sean más, nuestras memorias estén atadas por los lazos de la pasión y el amor.

De tu pescador, mi Sirenita de Oro.