domingo, 9 de septiembre de 2012

Tu cuerpo


Tu cuerpo
            Tú crees que no me gusta tu cuerpo. ¿Es que no recuerdas que tardé sólo uno segundo en rociarte con mi semen la primera vez que hicimos el amor?, ¿no recuerdas sentir mi sexo totalmente erecto cuando no besábamos? Debes recordar que eres una mujer y que me atraes. Me gusta tu pelo, tus nalgas, tus muslos, tus senos, tu forma de usar la boca, tu estrechez; me gustan muchas cosas de ti.

          También crees que soy un recatado sexual. Pues te informo que no es así, que yo soy una persona que lee mucho sobre sexualidad y que me considero ser una persona muy liberal sexualmente. Tú no conoces esa parte de mí porque no has querido que te la muestre. ¿Acaso crees que nunca me he masturbado pensando en ti, en aquel día? Claro que lo he hecho y no sé cómo lo veas, pero me encanta hacerlo. Para que no dejes de saberlo, también tengo fantasías sexuales contigo.

           No sabes que tanto me excitas. No sabes qué tanto te deseo; no te lo he demostrado. Te deseo tanto como ese perro deseaba la carne. Pero tú no eres un pedazo de carne. Eres una joven que complementa los atractivos físicos de una mujer con la inteligencia, la estabilidad, la paciencia y la singularidad. No sólo puedo quererte, tienes que gustarme, que excitarme; pero tampoco puedo solamente desearte, también tengo que amarte.

           ¿Sabes que tanto me gustó la forma en que me hiciste el amor aquel día? No sé cómo lo juzgues porque en aquel tiempo yo andaba loco de amor por ti, pero desde mi punto de vista crítico, ese encuentro fue y sigue siendo en mejor encuentro sexual de mi vida. Allí conocí un sinnúmero de sensaciones y placeres nuevos que mi cuerpo jamás había experimentado. Me encantó sentir la fricción de tus paredes, el roce de tu lengua, saborear el jugoso néctar que fluía desde tus entrañas –ahora mismo recuerdo su sabor –, me encantó sentir tus manos apretando mi sexo, me encantó verte como una reina cabalgando sobre mi; me encantó tenerte.

           Es posible que pienses que soy un PERRO, que de las mujeres sólo busco sexo y mi propia satisfacción, que soy inestable al extremo, que soy feo, que soy pobre, que soy orgulloso, entre otras cosas. Pero, a pesar de todo eso yo siempre te voy a querer, de eso estoy seguro. Debes haberlo notado porque cuando me pediste que lo prometiera no dudé ni un segundo en hacerlo.

           Ese jueves, mientras conversábamos, me dijiste que esa conversación no nos guiaría a ningún acuerdo. Pero, por alguna razón he entendido tu propuesta. Yo puedo construir mi destino, pero creo que sale más caro que dejar que la suerte y el azar tejan el nuestro. Al salir de allí contigo nada estaba claro en mi cabeza, pero de alguna manera convenciste a este terco aquel día; demos paso a la espontaneidad.

            Pondré toda la esperanza en que volveré a recorrer tus entrañas, pensaré que pronto volveré a sentir tu calor, tus besos; pensaré que tendré momentos felices contigo. Una amiga mía dice que nadie vive feliz, que la gente tiene momentos felices y eso es lo que quiero contigo; que vivamos momentos felices. Quiero que cuando nuestros cuerpos ya no sean más, nuestras memorias estén atadas por los lazos de la pasión y el amor.

De tu pescador, mi Sirenita de Oro. 

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