Tu cuerpo
Tú crees que no
me gusta tu cuerpo. ¿Es que no recuerdas que tardé sólo uno segundo en rociarte
con mi semen la primera vez que hicimos el amor?, ¿no recuerdas sentir mi sexo
totalmente erecto cuando no besábamos? Debes recordar que eres una mujer y que
me atraes. Me gusta tu pelo, tus nalgas, tus muslos, tus senos, tu forma de
usar la boca, tu estrechez; me gustan muchas cosas de ti.
También crees que soy un recatado sexual.
Pues te informo que no es así, que yo soy una persona que lee mucho sobre
sexualidad y que me considero ser una persona muy liberal sexualmente. Tú no
conoces esa parte de mí porque no has querido que te la muestre. ¿Acaso crees
que nunca me he masturbado pensando en ti, en aquel día? Claro que lo he hecho
y no sé cómo lo veas, pero me encanta hacerlo. Para que no dejes de saberlo,
también tengo fantasías sexuales contigo.
No sabes
que tanto me excitas. No sabes qué tanto te deseo; no te lo he demostrado. Te
deseo tanto como ese perro deseaba la carne. Pero tú no eres un pedazo de
carne. Eres una joven que complementa los atractivos físicos de una mujer con
la inteligencia, la estabilidad, la paciencia y la singularidad. No sólo puedo
quererte, tienes que gustarme, que excitarme; pero tampoco puedo solamente
desearte, también tengo que amarte.
¿Sabes que
tanto me gustó la forma en que me hiciste el amor aquel día? No sé cómo lo
juzgues porque en aquel tiempo yo andaba loco de amor por ti, pero desde mi
punto de vista crítico, ese encuentro fue y sigue siendo en mejor encuentro
sexual de mi vida. Allí conocí un sinnúmero de sensaciones y placeres nuevos
que mi cuerpo jamás había experimentado. Me encantó sentir la fricción de tus
paredes, el roce de tu lengua, saborear el jugoso néctar que fluía desde tus
entrañas –ahora mismo recuerdo su sabor –, me encantó sentir tus manos
apretando mi sexo, me encantó verte como una reina cabalgando sobre mi; me
encantó tenerte.
Es posible
que pienses que soy un PERRO, que de las mujeres sólo busco sexo y mi propia
satisfacción, que soy inestable al extremo, que soy feo, que soy pobre, que soy
orgulloso, entre otras cosas. Pero, a pesar de todo eso yo siempre te voy a
querer, de eso estoy seguro. Debes haberlo notado porque cuando me pediste que
lo prometiera no dudé ni un segundo en hacerlo.
Ese jueves,
mientras conversábamos, me dijiste que esa conversación no nos guiaría a ningún
acuerdo. Pero, por alguna razón he entendido tu propuesta. Yo puedo construir
mi destino, pero creo que sale más caro que dejar que la suerte y el azar tejan
el nuestro. Al salir de allí contigo nada estaba claro en mi cabeza, pero de
alguna manera convenciste a este terco aquel día; demos paso a la espontaneidad.
Pondré toda
la esperanza en que volveré a recorrer tus entrañas, pensaré que pronto volveré
a sentir tu calor, tus besos; pensaré que tendré momentos felices contigo. Una
amiga mía dice que nadie vive feliz, que la gente tiene momentos felices y eso
es lo que quiero contigo; que vivamos momentos felices. Quiero que cuando
nuestros cuerpos ya no sean más, nuestras memorias estén atadas por los lazos
de la pasión y el amor.
De tu pescador, mi
Sirenita de Oro.
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