jueves, 10 de enero de 2013

Feeling

                 Siento que me he fallado. Me he convertido en un maldito inútil que se pasa el tiempo viendo series, películas, metido en las redes sociales, etc. Son cosas que me gustan, pero no me satisfacen porque justo ahora me siento vacío, incluso sin ganas de escribir. Pero escribo para no terminar de morir.

                 He dejado atrás las metemáticas, la química, la física y hasta la farmacia. El semestre pasado terminé cursando una sola materia y para este que inicia sólo he inscrito tres. Si bien hago un esfuerzo por estudiar, ya no me llena y no sé por qué. Estoy viviendo sin ganas de nada; sin deseo de estudiar, de trabajar.

                 Mi trabajo ha pasado a ser tan rutinario y aburrido que no inspira nada en mí. Tener un jefe con menos moral que yo y con un ego más grande que el mío elimina todas mis iniciativas. Ya no me preocupo por mi rendimiento ni el rendimiento de la empresa, sólo cumplo con mi parte y me la paso rechazando las nuevas responsabilidades que se me quieren imponer.

                 Una miseria me embarga y no paro de culparme. Siempre vivo con la idea de que si me administrara mejor tendría más dinero disponible para las cosas que realmente quiero, pero sea verdad o no esta idea me mantiene inconforme conmigo mismo.

                 He rodado tanto buscando una compañera adecuada sin encontrarla que he pensado en rendirme. Quizás no la he hayado por esperar que ellas vengan a mí. Porque de una forma u otra me he construido un maldito ego que me dificulta el ruego y la insistencia. Por eso me he acomodado hasta en mujeres comprometidas que nunca podrán complacer lo que quiero.

                 Me enamoré una vez como todos y creo que arrastraré a esa persona en mis recuerdos toda la vida. Creo que no estaré con otra mujer sin pensar en ella. No habrá momento solitario, triste o melancólico en que no evoque todo lo vivido con ella. Pero también me esfuerzo por no olvidar todos lo tragos amargos que por ella he tenido. Porque jamás olvidaré que mi penúltima navidad, en la noche buena, me la pasé llorando por ella. Que viví frustrado en la desesperanza de que algún día fuera solamente mía, de que no me quisiera como yo.

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