lunes, 6 de mayo de 2013

Books

Acabo de tener una erección mientras escuchaba música instrumental. Algo no común en mí, pues ese cuerpo cavernoso sólo suele llenarse cuando recibo alguna estimulación, en horas matutinas, cuando estoy sentado y muevo las piernas rítmicamente; cosa extraña. Pero ahora el endurecimiento de mi miembro no implica mucho, podría masturbarme pero ya lo hice hoy. Porque la masturbación pasa a ser el límite deseado cuando no se tiene a una compañera sexual  al alcance. Pero, de lo contrario, es decir, cuando se sabe que se puede tener sexo con alguien; hacerse una paja no vasta, no satisface. 

Posiblemente Rubirosa sea el culpable de esta liberación de óxido nítrico por parte de mi cerebro. Pues recordar las proezas sexuales que Llosa menciona sobre él en La Fiesta del Chivo evocó muchas imágenes eróticas en mí. Porque, según la obra literaria mencionada, hasta el Generalísimo Trujillo se sentía orgulloso de que existiera un dominicano famoso por su gran polla y por tirarse a grandes famosas sin la necesidad de dinero, más bien enrriqueciéndoce con ellas. "Qué mejor güevo para representarnos"

¿Será porque me gustan tanto las letras de Llosa que estoy leyendo otra vez La Fiesta del Chivo? Supongo que sí. Aunque realmente estaba un poco aburrido de leer a Don Quijote de la Mancha en ese tedioso lenguaje que me pone tenso con sólo unas páginas y no quiero leer con mucha rapidez Asesinos en Serie; es una obra que quiero saborear palabra a palabra, frase a frase. Quizás releo en lugar de leer algo nuevo y que no me llena, pero terminaré de leer esas obras aunque sea para decir que las leí. Quizás en el camino me agraden más. Aunque siempre recuerdo que una amiga de antaño me dijo que en releer no había nada interesante y, en cierto modo, tenía razón, lo que leo en La Fiesta del Chivo es lo mismo que ya sé. Pero ahora tengo el placer de admirarme con las técnicas literarias empleadas por Llosa al narrar esta historia tomada desde tres enfoques diferentes. También aprovecho para conocer nuevas palabras de las que podría tomar algunas e incluirlas en mi vocabulario, porque Llosa sí que es prolífico en este asunto, no abrumante como García Márquez ni escaso como Cohelo; justo a la medida. Ese viejito y yo simpatizamos. 

Con tan solo leer unas cuantas líneas de historia dominicana aparecen esas ganas por conocer un poco más de esos personajes famosos de nuestra patria, esos nombres que hoy nombran nuestras calles y avenidas, nuestros monumentos. Aunque hay muchos que no comparten nuestra nacionalidad como John F. Kennedy, Lope de Vega, Winston Churchill, Abraham Lincoln, etc. Pero no estaría mal que disperse algunos de esos nombres por mi agenda, lea un poco sobre ellos y escriba algunos twitts como forma de corroborar lo aprendido.

Pronto, muy pronto, tendré la necesidad de sustituir las horas que dedico a la lectura por horas que dedicaré a los cálculos, tan propios de todo el que quiera hacerse llamar INGENIERO algún día. Ya recuerdo a mi profesor Ramualdo diciéndonos que los cálculos son nuestra vida: "díganme qué no tiene cálculos en su carrera, en todo lugar deben resolver ejercicios". Lo mismo dice Calderón. Pero eso no impedirá que en alguna noche me refresque mi mente y la deleite con algún capítulo de La Fiesta del Chivo, Asesinos en Serie, Don Quijote de la Mancha, Veronika Decide to Die, Los Extraordinarios Casos de La Rue Morgue o con Hamlet, por qué no? Porque con qué otra cosa podré entretenerme, el karate será parte de mi rutina, ir al cine cuesta (más a mí que me gusta ir acompañado) aunque me encanta y las series y películas no son muy reconfortantes que digamos.

Pero sólo ahora admito (aunque siempre lo he sabido) que siempre que escribo te recuerdo mi Sirenita de Oro. Evoco tus palabras, tu voz y pienso en que leerás lo que escribo. ¿Leerás mis escasos posts aún o me habrás dejado definitivamente en el olvido? Prefiero pensar que todavía visitas mi blog; yo visito el tuyo.

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