jueves, 5 de enero de 2012

Hasta ayer

         No vivo, todo es gris y está inmóvil. Las horas no pasan, el silencio es eterno y las penumbras me abruman. Además, siento un frío inmenso.

         Envidio al  mar, porque al menos tiene olas que lo recorren. Envidio al sol, porque al menos tiene luz que alumbra. Envidio al viento, porque al menos tiene soplo vivo y envidio al fuego, porque al menos puede quemar algo en este mundo.

         Ya no me acuerdo de nada. No me acuerdo de mi, de mis lloros, de mis alegrías, de mis delirios. Mis ansias de  poder fenecieron ayer; fueron hasta ayer. Nada he de recordar; nada existe.

         Cuántas sonrisas que ya no son se refractan en mis oídos!. Cuántas miradas que ya no son se reflejan en mis ojos!. Promesas rotas y planes incumplidos yacen a mi lado, pero ya no sirven de nada; ya no hay tiempo, es demasiado tarde.

         No existe cielo, todo es oscuro. El sol ya no me alumbra y el viento ya no me acaricia. Todo es tan frío, tan silencioso y tan tenebroso!. Me da miedo, mucho miedo; ya no quiero estar aquí. Quiero salir!, volver a vivir, correr por los valles, las llanuras y las alturas.

 - Pero tú escribiste tu destino. Sabías que llegarías a este sepulcro.
 - Si, lo sabía, pero decidí jugar y ya vez, perdí y de mala manera.
 - Lastimosamente, ya no te puedo decir que tendrás otra oportunidad.
 - Pero yo fui bueno, por qué merezco esto?

         Pensativo se esparció de mi vista. Volverá algún día a contestarme, o es que no tiene sentido lo que le pregunto? Habré enloquecido completamente? Estas paredes de madera y cemento perturbarían a cualquiera. Pero no, no a mí; yo soy fuerte!

         Sé que a veces vienes a visitarme y adornas mis exteriores con rosas rojas y blancas. Te he sentido, has llorado en mi tumba. Tus lágrimas humedecieron mi seca garganta cansada de esperar. Me alegro de que te recuerdes. Me recuerdas, yo lo sé. Me has relatado tantas cosas que vivimos juntos. Me alegraste por un rato, pero qué tristeza tan grande sentí cuando te fuiste y ya no te vi!. Así ocurría allá: tú te ibas y yo me quedaba solo y desprotegido, propenso a emociones muy negativas. No atendías mis gritos a tiempo, por eso estoy aquí.

         Quizás algún día nos encontremos de este lado para que me expliques tantas cosas que ahora no puedes porque son parte de ese cruel mundo en que habitas. Cuando estés aquí seremos buenos amigos de nuevo y te querré mucho.

         Las cosas han cambiado mucho desde que estoy aquí. Sólo tengo una ropa, pues ya no tengo que cambiármela todos los días, pero se mantiene limpiecita. Ha de ser porque no he realizado muchas actividades que digamos en varios años. Tampoco tengo zapatos, no los necesito.

         Pero, en cambio, allá afuera las estrellas siguen brillando, el sol sigue alumbrando y el mundo sigue girando. Nada ha cambiado, sólo falto yo, pero nadie lo nota; ya todos me olvidaron.


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