Hoy vi una vez más tu cuerpo,
pero estorbándome la vista estaba tu ropa. Mis ojos provocaron que mi mente
imaginara de a poco aquel día. Ese día con que, discreta y reservadamente,
tanto sueño; el día en que te haga mía.
Mi imaginación voló, voló lejos. Me
vi proyectado en una habitación acogedora, con poca luz y música suave. Sentí
tus besos sobre mis labios y una disimulada lujuria invadió mi cuerpo. Deseé
abrazarte, tocarte y hacerte sentir mi lengua en todo tu cuerpo.
Quise amarte, amarte loca y apasionadamente.
Hacerte sentir mujer; quise hacerte mía. Ansié poder ver ese cuerpo desnudo
esperando por mí, esperando ser tocado por mis deseosas manos.
Si supieras cuánto anhelo
recorrer tus entrañas y aprender de memoria, con mi boca, tu cuerpo. Mis dedos
pretender tocar toda tu piel de seda, mi boca quiere sentir el sabor de tu
humedad, mis ojos quieren ver la belleza de tu desnudo y mi nariz quiere oler
tu piel.
Este deseo apasionante se fundirá
con el calor de nuestros cuerpos y nuestro sudor lavará nuestras culpas.
Entonces seré un hombre
enteramente feliz. Feliz porque lo que más he querido ha sido mío, ha estado
entregado entre mis manos, ha sido tocado por mí y he sentido su calor interno
de mujer.
Sabré que
pude hacer realidad esos deseos que invadían mi piel cuando tocaba tu cintura,
que esas ansias no estaban tan lejos de mí como yo las veía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario