viernes, 4 de noviembre de 2011

Una mirada


Llévame a tu placentero paraíso.
Una mirada. Fue una mirada suficiente para activarme, para despertarme; despertar en mi los deseos lujuriosos de todos los hombres. Fue una mirada de aceptación, como diciéndome si, abriéndome las puertas para entrar definitivamente en su vida.

Pude ver la alegría reflejada en sus ojos. Sus oscuros ojos brillaban emitiendo destellos de luz. Esa fue mi señal, la decisiva. Me sentí seguro, con el poder de hacerlo.

Así lo hice, me acerqué y pude sentir el calor de la piel de su cuerpo. Poco a poco sentí como mis labios se humedecían con su dulce saliva. Esa placentera sensación se transmitió a todo mi cuerpo e hizo temblar algunas partes, a otras endurecerse y a otras imaginar futuras situaciones. Te apreté fuerte contra mi, sintiendo tu cuerpo; tu piel. El deseo aumento y yo respondí con otro apretón.


Que suerte tengo. Me pregunto si no será pecado ser tan dichoso. Acaso me merezco tanta felicidad?
Cuántos hombres gozarán de esta felicidad que hoy siento? DEFINITIVAMENTE, SOY DICHOSO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario